Lo que más valoro de Aira es que se nota que se divierte cuando escribe. O eso parece. No tiene tapujos a la hora de irse por las ramas con sus historias.
A veces pienso que no tiene un editor. Imagino que si otro autor escribiera algo similar, se lo revolearían por la cabeza. Pero a la vez, eso es lo que lo hace tan interesante y genuino.
Respecto a esta novela, arranca con un protagonista que tarda casi tres capítulos en empezar la historia. Me decía a mi mismo: “si continua así, la largo”. Pero Aira, con su fucking brillantes, pareciera que sabe hasta donde puede tirar, y de pronto la historia fluye sin parar.
Pienso que este relato fue escrito en un tirón. Por momentos odiaba las desviaciones, pero a la vez, hubo escenas geniales que disfruté mucho.
Algo a destacar es la edición de la Bestia equilátera. Una portada fabulosa, papel y diagramación bellísima. De esos libros que disfrutas leyendo tan solo por las elecciones del diseñador.
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